Migrant Stories

La nueva generación de trabajadores de ayuda humanitaria interviene en Ghana

Desde 2010, la Oficina de la Organización Internacional para las Migraciones (OIM) en Ghana acoge a estudiantes para que realicen una pasantía de ocho semanas en verano, colmando así la brecha entre el ámbito académico y profesional. Este programa de estudios en el extranjero, concebido en el marco de una alianza con la Universidad de Syracuse, situada al norte del Estado de Nueva York (Estados Unidos de América), permite a la nueva generación de trabajadores de ayuda humanitaria poner en práctica, en el terreno, los principios aprendidos en las aulas, con la orientación de personal experimentado de la OIM. Según Dyane Epstein, Jefe de Misión en la Oficina de la OIM en Ghana: “Este programa de pasantía redunda en beneficio de todos, tanto de la Oficina de la OIM en Ghana como de los estudiantes de Syracuse. Su gran entusiasmo y sólidos conocimientos dejan una huella profunda y duradera.”

El grupo de 2013 estuvo integrado por tres estudiantes universitarias y un estudiante graduado, todos ellos ávidos por conocer los programas de la OIM y adaptar su singular campo de estudios (fotoperiodismo, trabajo social, salud pública y relaciones internacionales) a su experiencia en el terreno. Los estudiantes de Syracuse fueron una especie de sección transversal en una típica organización de ayuda sin ánimo de lucro, un equipo de personas que aspiraba a emprender proyectos en su ámbito de especialización, a solicitud de la comunidad que les había sido asignada y para beneficio de la misma. En su conjunto, concibieron más de un proyecto o propuesta de desarrollo, aportaron un valioso bagaje de conocimientos y mostraron un desbordante entusiasmo a la hora de mejorar la vida de los demás.  

La pasantía comprendía un curso de orientación de una semana sobre los programas de la OIM, y sobre la lengua y cultura ghanesas. La asignación a los estudiantes de la misión que les incumbía en el marco de la pasantía de seis semanas, así como la realización de un proyecto de desarrollo comunitario en el terreno. Para concluir, debían participar en un seminario de una semana en Accra sobre formulación de propuestas y presentación de informes.

A efectos de consignar íntegramente las experiencias de los estudiantes, y permitirles que reflexionaran sobre este intercambio cultural tan intenso, éstos escribieron semanalmente una serie de notas para un blog en el cual describían sus interacciones, reacciones y percepciones más memorables. A continuación presentamos algunos extractos del blog semanal de los estudiantes.

“Al tercer día comenzó la semana de orientación en la Oficina de la OIM en Accra (Ghana). Comprendía numerosas actividades y visitas al terreno, fuera de la oficina. Dyane nos dio una cálida acogida e hizo una breve reseña de la labor de la Organización a escala mundial y en Ghana en particular. Quedé sumamente impresionada con la OIM; es realmente un lugar fantástico que concibe un sinfín de proyectos exitosos sobre la migración positiva y regulada. Poco después, fuimos a la Organización de las Naciones Unidas para asistir a una reunión informativa sobre la seguridad en el terreno. Durante seis semanas viviremos en el terreno, en un pueblo de pescadores llamado Immuna. ¡La capacitación que se nos impartió fue excelente! Aprendí mucho y me sentí realmente preparada para vivir en este país”. – Lauren

“Hoy ha sido uno de esos días repleto de vivencias y no sé por dónde empezar. En las doce últimas horas, he paseado bajo la arboleda de un bosque tropical, he tocado un cocodrilo, y he estado en un lugar que ha sido escenario de un sufrimiento inimaginable. Dos de estas experiencias parecen fabulosas, pero en realidad es la tercera la que probablemente recordaré el resto de mi vida”. – Benjamín

“No tardó mucho en correr la voz en el pueblo de que habían llegado los obroni (“los blancos” en la lengua fante). Al bajar de la furgoneta de la OIM, recorrí el perímetro de la propiedad para verla. Cuando llegué al muro de seguridad, escuché risitas al otro lado. Entonces me asomé, y vi a dos niños curiosos, Zuala y Mustapha, que trataban  de ver a sus nuevos vecinos blancos”. – Alexa

“Sabía que esta experiencia tendría repercusiones en mi vida, pero jamás hasta qué punto. En el poco tiempo que he conocido al niño con quien aparezco en la fotografía, he establecido un vínculo con él que jamás imaginé. Tiene dos añitos y no sabe nada de inglés, salvo repetir las palabras que le digo y, sin embargo, le siento tan cercano cada vez que viene a verme, o que se une a mí en los paseos por el pueblo. […] Kofi me ha hecho redescubrir muchas cosas que di por sentado en la vida. Me ha enseñado a apreciar la risa, la comida, el agua, la sensación de saciedad y de hidratación. Me ha enseñado a valorar la comunicación más allá de las palabras, y a comprender lo cálido que puede ser un abrazo o el simple contacto físico con las personas. Le estaré eternamente agradecida, por ello, espero que se acuerde de mí cuando sea mayor pero, fundamentalmente, que recuerde todo lo que traté de enseñarle durante mi estancia aquí, en Immuna. Kofi ha cambiado mi vida”. – Siera

Tras asentarse en su nueva comunidad, Alexa, Laura y Siera dedicaron el resto de su pasantía de seis semanas en Immuna a labores de tutoría  de escolares y a prestar asistencia a docentes en la Srafa Westley Community School. Durante ese tiempo, hablaron con niños y padres de la comunidad, con miras a identificar un proyecto de desarrollo que fuera necesario y conveniente. No tardaron en establecer tres proyectos que no sólo estaban relacionados con sus estudios e intereses personales, sino que además tendrían efectos duraderos en la población de Immuna.

“En lo que respecta a mi proyecto de desarrollo comunitario, decidí hablar con los niños reintegrados que habían sido objeto de trata. Albergaba la esperanza de que, al compartir su historia, crearíamos conciencia en la aldea y más allá. Uno de los principales problemas que tienen los padres cuando deciden vender a un hijo es que desconocen las condiciones a las que éste se enfrentará. Al escuchar las historias de los niños, uno siente la imperiosa necesidad de poner fin a este terrible fenómeno. Al cabo de unas semanas, elaboré una lista de preguntas pertinentes sobre sus historias, y no tardamos en hacer entrevistas delante de la cámara”. – Lauren

“En lo que atañe a mi proyecto de desarrollo comunitario, construí e instalé dos estaciones de lavado de manos en la escuela Srafa-Wesley, e impartí capacitación a los alumnos sobre higiene personal y saneamiento. El proyecto fue todo un éxito. Los alumnos y docentes fueron muy receptivos, y estoy convencida de que utilizarán debidamente dichas estaciones. Confío en que puedan hacer lo propio en sus hogares, ya que esto podría reducir las enfermedades y dolencias en la comunidad.” – Alexa

“Mi proyecto de desarrollo comunitario se centró en la eliminación de residuos, concretamente, en su eliminación adecuada en la escuela y, para los estudiantes, en sus hogares. Realicé una presentación interactiva en la Srafa Wesley Community School, destinada a estudiantes tanto del ciclo de enseñanza primaria como secundaria, sobre cómo eliminar de manera adecuada los propios residuos, y la importancia que esto revestía. […] Además, proporcioné un cubo de basura para cada aula, así como un contenedor de basura para el patio, que podría utilizarse para mantener la basura y los desperdicios en recipientes específicos, en lugar de arrojarlos detrás de la escuela. […] Elegí este proyecto porque pensé que, al concienciar a estas personas sobre la importancia de mantener las calles limpias y de eliminar de manera adecuada los residuos, se estaría más cerca de conseguir un medio ambiente más limpio y seguro para la población de Ghana. La eliminación adecuada de residuos propicia la salubridad del agua, la fertilidad de las tierras y la generación de empleo.” – Siera

Por su parte, Benjamín, efectuó su pasantía en la Oficina de la OIM en Accra. Se le destinó a la unidad de lucha contra la trata de personas, y se le asignó la misión de ayudar a finalizar la Guía práctica para la protección de menores, de próxima publicación, así como actividades relacionadas con la nueva legislación de lucha contra la trata de personas, aprobada por el Gobierno de Ghana. Como parte de su proyecto final, también redactó una propuesta para combatir el trabajo infantil.   

“Esta tarde ha sido muy emocionante para mí, ya que por primera vez he conducido una reunión aquí, en la OIM. Ahora que lo pienso, ha sido la primera reunión profesional, no académica, que he dirigido en mi vida. Expliqué a Dyane, Dan y Doris en qué consistía la guía práctica actualizada, y entablamos conversaciones muy interesantes sobre el nuevo formato, los módulos, las actividades y los temas de debate. Me siento afortunado de haber tenido estos tres mentores”. – Benjamín

Felizmente para Benjamín, también descubrió la complejidad de las autorizaciones de viaje.

“Con ayuda de mis amigos, rellené los formularios para obtener una autorización de viaje y una acreditación de seguridad. Para alguien que no lo haya hecho nunca, esto requiere todo un trabajo de equipo. Primero la autorización de viaje deber ser rellenada y firmada por el viajero, luego se envía al Jefe de Misión para que la firme dos veces, después se remite al departamento de finanzas y luego al departamento de recursos humanos para que le asigne un código, y finalmente se envía nuevamente al departamento de finanzas para que se encargue de los asuntos pecuniarios. Además, debe ir acompañada de la autorización de viaje y acreditación del conductor, de una correspondencia oficial que valide el viaje y, por poco, le exigen a uno el título de propiedad de la casa. De acuerdo, esto último tal vez sea una exageración, pero sí entienden a qué me refiero.” – Benjamín

Al reflexionar sobre el resultado de su pasantía, los estudiantes consideraron que fue una “experiencia que había cambiado sus vidas”, que les había permitido comprender una cultura completamente diferente”. Señalaron además que “recomendarían a cualquiera hacer una pasantía en esta Oficina”. Por supuesto, como puede corroborar todo aquél que haya trabajado en el extranjero, cuando la estancia en un lugar nuevo, por muy breve que haya sido, toca a su fin uno se da cuenta de que todo lo que se ha aprendido supera con creces el legado que indudablemente se ha dejado en dicho lugar. Así que nuestros pasantes también tuvieron dificultades en despedirse tan pronto, si bien nos consta que se fueron mejor preparados para proseguir sus futuras carreras y que siempre serán bienvenidos a Ghana.  

“Esta experiencia me ha cambiado profundamente y ha dado tal giro a mi vida, que incluso me cuesta explicarlo. Nunca me he sentido tan bien acogida en una organización o en una comunidad como por la OIM y la población de Immuna. He visto a niños hambrientos y sedientos como nunca pude imaginar. La convivencia con este pueblo me ha reconfortado y abierto los ojos, y ha cambiado radicalmente mi forma de pensar y actuar en prácticamente todos los ámbitos. […] Estoy sumamente agradecida a la OIM y a la población de Immuna por haberme permitido vivir algo tan increíble.” – Siera

“Hoy he tenido un sentimiento dulce y amargo a la vez, aunque ha prevalecido el lado amargo. Ésta será mi última noche con la familia Turkson en Teshie-Nungua. Esta familia […] se ha portado maravillosamente bien conmigo desde que llegué. Los niños se han convertido en mis hermanos pequeños y realmente echaré de menos nuestro contacto cotidiano. Esta mañana, cuando la familia se fue a la iglesia, aproveché para hacer las maletas. No deja de sorprenderme la cantidad de cosas que traje conmigo y que no necesitaba. Ahora sí creo que podré ser más práctico. Cuando regresó la familia, almorzamos y nos tomamos la foto en que aparecemos todos juntos.” – Benjamín

Independientemente de que estemos colaborando desde hace 30 años en proyectos de ayuda humanitaria o de que hayamos ostentado nuestro primer cargo, estos pasantes nos recuerdan que, en muy poco tiempo, una sola persona puede cambiar la vida de los demás, y que es todo un privilegio, un desafío y una alegría ser trabajador humanitario.  

Así que les reto a que dejen de lado ese informe, esa hoja de cálculo, ese correo electrónico, o ese mensaje de texto que tienen ante sí, y desempolven sus viejas fotos. Ya saben a cuáles me refiero, aquéllas en las que están posando con una radiante sonrisa, vestidos con la camiseta de la OIM, junto a un grupo de personas al que acababan de prestar asistencia, o suministrando artículos de primera necesidad, procesando pagos, o simplemente departiendo unos momentos con esos colegas a los que han llegado a considerar familia.