Migrant Stories

Los traficantes prometen el paraíso pero te llevan al infierno

Un recuento de primera mano sobre la reconstrucción de una vida destrozada por la trata de personas escrita por el Coordinador de Proyectos de la OIM en Sri Lanka, Subodha M. Malawara Arachchi. Recientemente se publicó una versión revisada de este recuento en el Boletín del personal de las Naciones Unidas en Sri Lanka.

Todos queremos vivir en un entorno pacífico y ser felices. Sin embargo, a veces en nuestra vida cotidiana los seres humanos sentimos tristeza, temor, dolor, vergüenza, soledad, etc. Puede que ello dure solo unos cuantos segundos, quizás unas horas o unos cuantos días pero luego retomamos nuestra vida normal. Sin embargo, no todas las personas tienen esa suerte, en particular, aquellas que padecen desastres o son víctimas de actividades delictivas. Estas personas sufren enormemente y tardan mucho en recuperarse, y hay quienes no se recuperan nunca. En mis cinco años de carrera en la OIM, he visto y conocido a personas de ambas categorías.

El desastre del tsunami acaecido en diciembre de 2004 fue una pesadilla. En pocos instantes muchos perdieron a sus seres queridos y todo lo que poseían. Yo tuve la suerte de poder ayudarles y prestarles asistencia, a través de los diversos proyectos de la OIM, durante tres años y, si bien trabajaba con ellos, pensaba que se trataba del grupo más vulnerable y menos afortunado.

Sin embargo, en 2008 conocí a otro grupo similar o incluso más afectado de víctimas del tsunami que padecía los efectos en cada instante de su vida. Me refiero a las víctimas de la trata. La mayoría se hallaba en situación de precariedad con ingresos sumamente bajos que no bastaban para cubrir las necesidades cotidianas de su familia. Por ello, buscaron la manera de ganar un poquito más para poder satisfacer sus necesidades básicas. En esta situación desesperada, muchos optaron por emigrar en busca de un empleo en el extranjero por ser “una de las mejores opciones” y trataron, de esta manera, de realizar su sueño. Pero no todos tuvieron la suerte de obtener un trabajo apropiado y la mayoría fue engañada. Hubo tantos hombres como mujeres que fueron víctimas de la explotación sexual y del trabajo forzoso en Sri Lanka, así como en otros países.

Mi experiencia personal con las víctimas de la trata es que no confían en nadie, se niegan a hablar de sus malas experiencias y tienen una visión negativa de su futuro. Por ello, la tarea de asistirles es sumamente difícil y constituye un verdadero reto. En primer lugar, es preciso establecer una relación de confianza y fomentar pensamientos positivos en cuanto a su futuro. Por consiguiente, aquellos que vinieron a solicitar asistencia estaban dispuestos a reconstruir su vida a través de los programas de sustento de la OIM a sabiendas que gradualmente obtendrían buenos ingresos. Hoy quiero compartir con ustedes la historia de un joven en los suburbios de Colombo que fue víctima de la trata de personas y que logró salir adelante.

Un día, vino a la OIM un joven de 26 años. Nos sentamos a charlar y me contó su mala experiencia y cómo lo habían engañado. Su rostro estaba triste, a menudo se le entrecortaba la voz y se le llenaban los ojos de lágrimas. Le alenté a contarme toda su historia. Como cualquier otro joven de su edad, tenía muchos sueños y aspiraciones. Su padre era diabético y no podía trabajar; su madre era jornalera. Su única hermana había dejado la escuela y estaba en casa sin empleo. El único que podía trabajar para mantener a su familia era él, por ello, cargaba con el peso de esa responsabilidad. Trató de encontrar un empleo en Sri Lanka sin éxito. Finalmente, decidió partir al extranjero en busca de un empleo. Con enormes sacrificios logró prestarse dinero y pagó a un agente de contratación que le aseguró le encontraría un empleo en ultramar. El agente dijo haberle encontrado un puesto de trabajo en una base militar en el Afganistán, con un sueldo mensual de 150.000 LKR (1.177 dólares EE.UU.). Lamentablemente, nunca le dieron trabajo en el Afganistán, más bien acabó en la cárcel al ser condenado por las autoridades nacionales por estancia con visado falsificado. Estuvo preso unos tres meses y como dice “la cárcel fue un verdadero infierno”. Tras varios meses consiguió regresar a Sri Lanka con las manos vacías. Trató de ponerse en contacto con el agente que lo había engañado pero, como suele ocurrir en este tipo de casos, el agente se había esfumado.

Tras una serie de entrevistas con este muchacho y su familia, me di cuenta que él era la verdadera víctima y una persona sincera y, por ello, se lo seleccionó para que fuera beneficiario del programa de sustento de la OIM destinado a las víctimas de la trata. Mantuve largas conversaciones con él a fin de hacerme una idea sobre su capacidad y competencias. Él estuvo encantado cuando le informé que la OIM podría ayudarle a abrir un pequeño negocio. Entonces me dijo que le gustaría poner un taller de telecomunicaciones para reparar teléfonos celulares.

Se le asistió para que encontrara un local en una zona comercial. Rápidamente abrió su taller y gracias al programa de sustento de la OIM pudo pagar el alquiler y comprar material de telecomunicaciones, herramientas y aparatos de reparación de teléfonos. Yo me encargué del estrecho monitoreo y de asesorarle en el proceso de compra de materiales hasta que abrió el taller. Ese día, este joven volvió a llorar, pero esta vez, de alegría.

Hoy en día, es un empresario exitoso que cuenta con un ingreso mensual de 30.000,00 LKR (235 dólares EE.UU.) y cuyo taller está abierto de 6:00 a 22:00 horas. Es un gran trabajador, sumamente dedicado y un empresario de renombre. Su éxito se vio consolidado recientemente cuando su negocio fue seleccionado como uno de los cinco mejores talleres de telecomunicaciones en el Oeste de Colombo.

No sólo yo, sino todo el equipo de la Unidad de Lucha contra la Trata de Personas de la OIM está detrás de todas estas historias que terminan bien. Habida cuenta que la trata de personas es una actividad delictiva organizada, hay varias personas implicadas en cada caso de trata y a veces somos objeto de amenazas por parte de los traficantes y sus asociados. Sin embargo, exhorto a cualquiera que sospeche que alguien pueda ser objeto de trata, a ponerse en contacto con las autoridades.

Subodha M.Malawara Arachchi
Coordinador de Proyecto
Unidad de Lucha contra la Trata de Personas
Oficina de la OIM en Colombo