Migrant Stories

Sentando las bases para una atención de salud sostenible en las zonas rurales en Tailandia

Una destacada intervención en el ámbito de la salud en Tailandia del Norte está llegando a su fin —para comenzar una nueva etapa. A principios de 2010, se estableció un programa conjunto de la OIM, la ONU y el Gobierno de Tailandia para ofrecer atención primaria de salud en algunas de las aldeas más remotas de la región fronteriza con Myanmar, con un modesto presupuesto de 100.000 dólares EE.UU. al año.

Este programa —financiado hasta ahora por la Oficina de Coordinación de Asuntos Humanitarios de las Naciones Unidas— será transferido el próximo mes al Ministerio de Salud Pública de Tailandia, que financiará 8 de los 13 dispensarios de salud establecidos por la OIM. Ello significa que 50.000 migrantes vulnerables, aldeanos y minorías étnicas seguirán recibiendo atención de salud y educación en la materia esenciales. Otro dispensario de salud será financiado por el Ministerio del Interior.

Uraiwan Kanjan, coordinador del proyecto de salud en la región fronteriza de Mae Hong Son, explica que cuando se creó el proyecto se le confió la tarea de establecer los dispensarios de salud, al tiempo que se fomentaba la participación comunitaria en el suministro de servicios de atención de salud y promovía la salud.

Uraiwan relata “Nos fuimos hasta comunidades muy remotas para explicar lo que estábamos haciendo y encontramos personas dispuestas a ser capacitadas como trabajadores de atención de salud comunitaria. La mayoría sólo había asistido a la escuela primaria, pero tras dos meses de capacitación in situ en el hospital de Mae Hong Son, estaban listos para trabajar en los dispensarios de salud.”

El proyecto tuvo un éxito inmediato en las comunidades locales que, además, optaron por complementar el presupuesto de la OIM mediante donaciones de comidas, alojamiento y mano de obra.

A parte  de construir íntegramente cuatro dispensarios de salud, de dotar de equipos a otros nueve y de capacitar a todo el personal, se inició la labor para concienciar a las comunidades a efectos de que actúen de manera más saludable.  Ello implicó sesiones de información sobre el paludismo y la tuberculosis; cómo deshacerse de los desechos  plásticos; cómo mantener al ganado; y cómo almacenar agua.

El monitoreo del proyecto demostró, claramente, el éxito alcanzado. La utilización de mosquiteros para luchar contra el paludismo aumentó del 64 al 95% (en comparación al objetivo fijado del 80%) y las madres demostraron estar mejor preparadas para identificar los síntomas de enfermedad en sus hijos. También aumentó considerablemente la noción de lo que son importantes enfermedades contagiosas, tales como el VIH/SIDA, la tuberculosis y el paludismo.

Un dispensario móvil procedente del hospital local efectúa visitas cada tres meses para sostener y mejorar la aportación de los trabajadores de atención de salud comunitarios.

Jeff Labovitz, Jefe de Misión de la OIM en Tailandia destaca “Este programa ha sido un verdadero éxito para la OIM y para las personas residentes en lugares remotos de Tailandia. Gracias a la participación comunitaria, desde el inicio de la planificación y durante la ejecución del proyecto se ha conseguido un legado sanitario duradero y sostenible en una de las regiones más pobres de Tailandia, que beneficiará asimismo a los trabajadores migrantes en el sector agrícola.”