Migrant Stories

Las labores de seguimiento de la OIM ofrecen una visión de conjunto de la situación en los campamentos

Todos los asentamientos espontáneos presentan necesidades
urgentes similares: alimentos, alojamiento, agua y saneamiento.

Durante el último mes, cinco jóvenes mujeres
recorren cada mañana el campamento del Parque Accra de
Delmas 32, Puerto Príncipe, para supervisar el saneamiento y
la calidad del agua.  Son uno de los 90 grupos de monitores de
salud medio ambiental de la OIM que trabajan en algunos de los
1.000 campamentos y asentamientos espontáneos que se estima
existen en la ciudad.

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target="_blank" title="">Migraciones – Verano 2010

«Las familias desplazadas están dispuestas en todo
momento a colaborar con nosotros», afirma Roselaure Charles,
de la OIM, quien añade: «En ocasiones, nos encontramos
con personas menos participativas que nos piden cupones de comida a
cambio de responder a las preguntas.  A parte de eso, la
mayoría de los 20.000 residentes reconocen la necesidad de
un seguimiento constante de las condiciones de vida en el
campamento».

El campamento del Parque Accra, además de contar con
escuelas y letrinas instaladas recientemente por organizaciones
internacionales, parece estar relativamente bien organizado. 
El papel de la OIM en el mismo se inscribe dentro del marco del
programa de seguimiento financiado por el Organismo Sueco de
Desarrollo Internacional (SIDA, por sus siglas en
inglés).

Jean Max Baulière, oficial de seguimiento de la OIM,
opina que se trata de una actividad fundamental para el bienestar
de los residentes. «Antes de la llegada de la temporada de
lluvias, fueron pocas las organizaciones que tuvieron en cuenta la
calidad del suelo en el que se establecieron los refugios.  En
algunos casos, se construyeron sobre cúmulos de desechos, lo
que explica el colapso de letrinas y otras estructuras con las
primeras lluvias».  En estos casos, la
información recabada por los monitores de la OIM se
compartió de manera inmediata con la organización
encargada de la gestión del campamento y, con gran
celeridad, se procedió a la excavación de letrinas en
otra zona.

Tal y como agrega Baulière: «Gracias al seguimiento
se dispone diariamente de información sobre situaciones
graves, lo que permite reducir el tiempo de respuesta de las
organizaciones presentes en el terreno».

Con apenas 20 años, Charles Dérivois, miembro del
comité local del campamento, se encarga de la gestión
del Parque Accra, donde llegó el 12 de enero de 2010. 
Para Dérivois, la importancia de las actividades de
seguimiento de la OIM reside en más de un sentido.

«Al principio, nosotros mismos nos encargábamos de
evaluar las necesidades en materia de agua y saneamiento y, para
satisfacerlas, debíamos presionar a las ONG locales»,
explica Dérivois.

Afirma que las cosas han cambiado para mejor desde que los
monitores de la OIM informan directamente de las necesidades y
carencias existentes. «Como resultado de ello, se ha
conseguido mayor prontitud a la hora de suplir nuestras
carencias», añade Dérivois.

Cada día, a las ocho en punto de la mañana, los
monitores de la OIM comienzan su recorrido del Parque Accra:
comprueban el correcto funcionamiento de las letrinas, revisan la
calidad del agua y la limpieza general del campamento, inclusive la
recogida de basura.  A continuación, proceden a
redactar un informe en el que se indican claramente las acciones
que deben seguirse antes de que regresen a los campamentos por la
tarde para comprobar si dichas necesidades han sido
satisfechas.

Estas actividades han permitido emplear a muchos jóvenes
que estaban parados. Magalie, que perdió su trabajo a
consecuencia del seísmo, está encantada de que le
hayan brindado esta oportunidad.  La joven de 20 años
afirma: «Se trata de una magnífica iniciativa que
ofrece la posibilidad  a los jóvenes de sentirse
útiles en las labores de socorro».

En cuanto a la selección de los monitores de la OIM, son
varios los factores que entran en juego.  El principal de
ellos es el de ser residente en el campamento donde va a llevarse a
cabo el seguimiento.  «La importancia de emplear a
alguien que viva en el campamento reside en el hecho de garantizar
una continuidad y de fomentar el sentimiento de finalidad»,
explica Baulière.

La selección de los monitores medio ambientales se lleva a
cabo en colaboración con el comité encargado de la
coordinación y la gestión del campamento.  Una
vez elegidos, los nuevos empleados siguen una formación
sobre seguimiento práctico y técnicas de
información en campamentos y refugios.

«El programa de seguimiento de la OIM ofrece
también una excelente visión de conjunto de las
necesidades en materia de salud medio ambiental, las cuales sirven
para evaluar, informar y guiar las respuestas llevadas a cabo por
el programa», afirma Christian Poteau, de la OIM.  Para
él, este programa proporciona una panorámica
inigualable de las condiciones que prevalecen en los
campamentos.

Poteau explica que, a pesar de que en ocasiones se sientan
infravalorados por no ofrecer asistencia directa, el papel que
desempeñan los monitores es fundamental en la
identificación de las necesidades de las familias
afectadas.

«Los descubrimientos realizados por los equipos de
seguimiento sirven también para definir nuestro plan de
acción», añade Poteau.

Hasta la fecha y a pesar de haber formado a 90 monitores, tan
sólo la mitad de ellos se encuentran en el terreno cubriendo
los campamentos supervisados por la OIM.  La otra mitad
está a la espera, preparados para cubrir las necesidades que
vayan surgiendo.  Por norma, se necesita un monitor para cada
5.000 desplazados.

Para Félix Diesner, encargado de la dirección del
programa, el seguimiento es fundamental, no sólo por ofrecer
información diaria sobre la situación en los
campamentos, sino también para ayudar a satisfacer las
necesidades de las comunidades.

«Nuestra presencia diaria en los campamentos y el contacto
con los beneficiarios nos permite anticipar, por ejemplo, la
carencia de agua.  También podemos identificar las
necesidades en materia de salud relacionadas con la falta de
higiene, como son la diarrea y las infecciones
cutáneas».

Diesner añade que, a pesar de la presencia en el terreno
de un número cada vez mayor de organismos, aún queda
mucho por hacer.  Por ello, la OIM y sus socios han
establecido equipos que reaccionen con mayor prontitud y que
satisfagan con más celeridad las necesidades de los
desplazados.

«El sistema establecido será de utilidad
también en otras ocasiones ya que permitirá a los
oficiales realizar el seguimiento de las condiciones de salud e
higiene de las comunidades en general», finaliza.